ADIÓS AL SUFRIMIENTO

El aburrimiento y el siglo XXI

Un día, sin saber por qué, despiertas y te descubres en un mundo extraño. Observas tu cuerpo y te preguntas qué eres exactamente. Vuelves tu mirada hacia el interior y evidencias lo poco que conoces el espacio interior que habitas. Temes la soledad, sentirte vacío, inservible, desconectado, ignorante. Esas incomodas sensaciones nos empujan a la acción. Nos urge apaciguarlas. Jamás a lo largo de la historia de la civilización habían existido tantos medios. Un auténtico océano de posibilidades navegado por un barco que desconoce su naturaleza, su origen y su rumbo.

Las ciudades se han construido entorno al ocio y el consumo. Las industrias trabajan incasablemente para desarrollar productos y experiencias de todo tipo. Ya no es necesario darse un tiempo para leer la prensa. Tampoco tienes que esperar una semana para ver tu serie favorita. Ni desplazarte grandes distancias para conversar con tus seres queridos más lejanos. Una acción de un dedo es suficiente. Es fácil observar a la gente que camina por la calle, viaja en el metro o desayuna pegada a los dispositivos electrónicos. Hoy en día nos encontramos sometidos a más estímulos que nunca. Nuestro cerebro se ha desarrollado y organizado para darle respuesta. Exploramos la vida cada vez más desconectados de nosotros mismos. A estas alturas a nadie le debería extrañar el crecimiento exponencial de la dificultad para conciliar el sueño. Una acción sencilla y natural que requiere relajar nuestra actividad cerebral. O tal vez la relación que existe entre el estrés, la enfermedad del siglo XXI, y el ritmo frenético de vida que hemos creado.

«¿Qué vida deseamos?» Ante esta pregunta, observaremos que la mayoría de personas manifestarán su inclinación por una vida excitante, repleta de placer, experiencias sensoriales y emocionales. Anómalo es aquel que muestra interés por una vida sencilla, humilde y tranquila. Cada vez permitimos menos espacio para la reflexión, la quietud, la contemplación, la introspección y la calma. Y entonces, en medio del ímpetu por completar el tiempo con distracciones de todo tipo, escuchas la frase: «Estoy aburrido». No resultará una sensación extraña. Parecerá algo con sentido. Responderemos a ello buscando inmediatamente nuevas distracciones. Y perderemos la oportunidad de darnos cuenta que aburrirse no es una invitación a la actividad. Es el resultado de una adicción. El síntoma de nuestra dependencia de los estímulos.

Nuestra mente requiere de la relajación, del descanso y del desarrollo atencional para mostrar vigor, eficiencia y creatividad. Nuestro cuerpo lo reclama para mostrarse enérgico y sano. La respuesta de la humanidad para equilibrar la descompensación que produce el estrés mental no ha sido favorecer una vida más sencilla y tranquila. Ha sido crear mejores medicinas y ansiolíticos. O sorprendentemente extraer de su contexto herramientas contemplativas como el mindfulness. Es decir, utilizar una herramienta empleada para ayudarnos a descubrir quiénes somos y transformarnos, únicamente para contrarrestar los efectos del estrés y así poder continuar con el mismo frenesí.

No nos conocemos. No atendemos esta necesidad vital. Nos distraemos incesantemente para compensar sus causas. Y entonces caminamos cada vez a más distancia de la fuente de nuestras sensaciones. Cada vez más lejos de nosotros mismos, es más fácil desequilibrarse. Los impulsos y las sensaciones más aflictivas nos resultarán más difíciles de gobernar. Al vivir con una mayor tensión e insatisfacción, se volverá cada vez más difícil conectar con la fuente de la paz, la alegría y el gozo.

El río, cuanto más cerca del manantial, más puro. En el momento que se acerca a las ciudades, comienza su exposición a la contaminación. Cuando finalmente desemboca en el mar, no queda ni rastro de su pureza primordial. Y al mezclarse con el océano, no recuerda su natural dulzura. Y esto, para un ser consciente, es inquietante y doloroso.

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2 comentarios en “El aburrimiento y el siglo XXI”

  1. Que interesante leer este artículo, reflexionar sobre el diario vivir en una sociedad tan mecanizada y exigente, por eso siempre es mejor vivir desde el corazón hay obtendremos todas las respuestas que buscamos, conectar con la sabiduría interna para que cada instante de nuestra vida sea más Real.

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